martes, 13 de mayo de 2008



Aparezco en una casa conocida, era la casa de mi amiga, mi segundo hogar. Sin embargo había algo extraño, el aire estaba tan calmo, se olía una situación problematica, pero todavía no averiguaba qué pasaba.

Me siento en la silla, esperando a que el agua se hierba, para luego agregarle agua fría (nunca puedo controlar el tiempo justo del agua para el mate), mis amigas están charlando en la cocina, contando con gracia la anécdota del otro día. Cuando de repente se escucha un ruido, algo estaba pasando afuera. Y antes de que me pueda parar a investigar, se abre de un portaso la puerta de entrada, que estaba cerrada con llave. Un hombre cuya silueta era el triple de la mía se acercaba hacia mi con la intención de matarme. Es normal que me atormente el miedo y quede petrificada sin siquiera pestañar, pero estaba vez no sucedió así: grite tanto que el sujeto desconocido se tuvo que tapar los oídos, y ahí nomas agarre el cuchillo que estaba usando para untar la manteca para el pan y me acerqué lentamente hacia el. Los segundos parecían no pasar, y mis amigas parecían no darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

Una vez que me enfrento cara a cara con el intruso, logro clavarle el cuchillo en el medio del corazón, haciendo que achique su cuerpo por el dolor, e inmediatamente salgo corriendo al jardín a pedir ayuda. Pero nadie parece escucharme, ya mi voz salía afónica, sin sonido. Entonces vuelvo a la casa, sigilosamente, esperando ver al hombre muerto. Pero por el contrario, me encuentro al desconocido en la mesa, con mis amigas, comiendo carne que ellas mismas le habían preparado. El sujeto tenia todavía el cuchillo dentro suyo.

Lo único que se me ocurrió pensar al ver esa imagen, es que el las tenia amenazadas, como rehenes, y ellas no tuvieron otra opción que cocinarle. Pero la verdad es que no parecían atemorizadas, es mas, estaban bastante tranquilas y felices con su compañía. Eso fue algo extraño, como si tampoco hubiera notado mi ausencia.

Pero a pesar de mis sospechas, seguí hasta el fin de este asunto, mi objetivo era derrotar por completo al intruso.

Me acerco a la ventada y comienzo a hablar con señas con mi amiga que estaba comiendo en la mesa, pero ella no entendía lo que intentaba decir. Como de costumbre, estaba hablando sola. Cuando de pronto, el hombre nota este lenguaje, y comienza a buscar mi cara con sus ojos. Me escondo de inmediato en un cuartito del jardín, donde guardaban las bicicletas y se lavaba la ropa. El hombre seguía mis pasos. Logro entrar a la casa por otra puerta que tenia el cuartito. Doy la vuelta, buscándolo, y descubro que el asesino había cerrado con llave la otra puerta, me tenia atrapada y sin salida. El hombre se acercaba a mi lentamente, podía notar que mi tiempo se acababa.

Y ahí es cuando uno comienza a ver toda su vida en pequeñas imagenes: recordé cuando subí mi primer árbol y no quise bajarme nunca, el día de mi cumpleaños, mi primer beso, el ultimo, y hasta la ultima vez que llore. El reloj se había parado, y nadie parecía querer entrometerse a rescatarme. Ahí estaba, frente a mi muerte.

Entonces pensé en no darme por vencida, aun vencida, aun cuando me tenían acorralada, aun cuando mi enemigo sea el triple de grande y el triple de valiente. Entonces corrí hacia el con toda mi furia: la carrera parecía en cámara lenta, no podía acelerar los pies tan rápidamente. Y con toda seguridad llegue hasta el e intenté sacarle el cuchillo del corazón para luego volvérselo a clavar. Pero justo en ese momento en el que parecía tener todo claro, agarré el cuchillo y me dí cuenta de que no era verdadero, el cuchillo que pensé le había causado dolor, no era mas que un juguete, un arma de plástico.

Aterrorizada y pálida quede sola, delante de mi futuro, sin saber qué decir, sintiéndome como idiota nuevamente, y esperando a que todo pase con un suspiro.

Y ahí sucedió, sin nada que decir ni que hacer, por suerte, un segundo antes de que me mate, desperté.



*Imagen: "Constelación: Despertando al amanecer", Joan Miró.

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